Notas
[1] Propongo una iconología (no una simbología), a la manera de las iglesias orientales,
donde el ícono participa de la vida de los hombres y es la presentación de la
encarnación divina, no su mera representación: “No es solamente lumen que procede por emanación de Lumine, sino que es la luz de
la misma naturaleza que la Luz, es el resplandecer de la Luz”. (Cacciari, M. Íconos de Ley, trad. M. Cragnolini,
Buenos Aires, La cabra, 2009, p. 206). Pensamos la figura, no como una
representación, sino como un movimiento que vincula lo viviente y el lenguaje.
(Véase: Bentivegna, D. “Transfiguración”, en Castellani crítico, Buenos Aires, Cabiria, 2010).
[2] Apolo robó el secreto de la fluidez musical de la ninfa Telfusa, con la
que se encontró al llegar a la Tierra; y humilló a la ninfa en su cauce
arrojándole piedras porque ella lo había engañado. (Cfr. Calasso, R. El secreto que viene de las ninfas).
[3] Cfr. Ladagga R., “Una
ópera de ángeles guardianes”, en Estética de laboratorio, Buenos Aires, Adriana
Hidalgo, p. 173 y ss.
[4]
Al revisar los manuales de historia de la música, se encuentra que las
referencias a la música en la pampa alrededor del siglo XVI se reduce a notas
como esta: "La escasa
actividad musical desplegada durante el siglo XVI, en nuestro territorio, se
reduce a las trompetas, pífanos y cajas de guerra, que se utilizaban en las
ceremonias llevadas a cabo con motivo de las fundaciones de las ciudades y en
las fiestas señaladas, civiles y religiosas” (Gesualdo, V. Historia de la música en la Argentina. 1536-1851, Buenos Aires, Ed.
Beta, 1961, p.9)" Se trata de la música occidental llegando a esta parte del mundo, música de
guerra y territorio, antes de la operación barroca americana o tupí. Poco
sabemos cómo era la música de los pampas, por ejemplo, nómades minoritarios:
¿qué podemos saber de sus polifonías solares, o de sus letanías narrativas al
son del fuego, de las arias amorosas bajo la luna? Podríamos imaginar los coros
horizontales que imitaban la guerra de guerrilas del gato montés. Pero todo
eso, ha quedado en los pastizales y en el rastro de algunas
vocalizaciones.
[5] “La
música, la voz, la lengua”, en Lo obvio y
lo obtuso, trad. C. Fernández Medrano, Barcelona, Paidós, p.273
[6]
El libreto de ópera, en términos generales, puede ser considerado
un “monolingüismo”, pero a partir de ciertas figuras, podrían establecerse
series transversales de lectura con espacios de otra índole. La figura de la
“muchacha guerrera”, central en la historia del melodrama, a partir del Combatimento de Tancredi y Clorinda, de
Monteverdi, sobre textos de Torcuato Tasso, comienza diciendo: “Tancredi che
Clorinda un uomo stima/ vuol ne l'armi provarla al paragone”. Clorinda es una
muchacha guerrera travestida como hombre. En su estudio introductorio a la
antología de poesía popular, Pasolini llama la atención sobre la figura de la
“giovinetta vestita da guerriera (L’eroina)”, vinculada a la aparición del
amor, siempre como “una circunstancia dolorosa, trágica, casi una maldición…”.
(Pasolini, P. Canzionere italiano
(1955), Milano, Garzanti, 1992) Es difícil imaginar una ópera dantesca, en
términos de variedades lingüísticas y lenguas minoritarias (es, más bien,
petrarquista); pero hay zonas donde la ópera podría tocar el plurilingüismo,
abriéndose hacia una dimensión minoritaria. No lo sé, tal vez, Mahler resolvió
estas cuestiones.
[7] Canto
castrato, Barcelona, Mondadori, 2007 (1984)
[8] Puede leerse esta
entrevista (hay otras): http://www.jornada.unam.mx/2004/09/05/sem-carlos.html (La Jornada
Semanal, 5 de septiembre de 2004, N° 496): “A Bianco lo
conocí ya viejo, bastante decadente, y presentó un libro mío, Canto castrato, del que estoy bastante
avergonzado de haberlo escrito. Hizo una presentación muy amable. Bianco es el
escritor que no escribe, una figura un poco triste. Pasó su juventud entre la
influencia de Marcel Proust y la de Henry James, que cubre enteramente esos dos
pequeños libros suyos, Las ratas y Sombras suele vestir...”.
[9] "En esa época yo
hacía informes para una editorial, por lo que leía muchísima “comercial
fiction” norteamericana. Estaban de moda, en la estela que había dejado el
éxito de El nombre de la rosa, los
“best sellers de calidad”: la “calidad” la ponían los temas, que casi siempre
eran de tipo “cultural”, tomados del catálogo de la alta cultura. El
tratamiento era de “baja cultura”, con filtro californiano. Cometí el error de
pensar que yo también podía hacerlo. Esas cosas no se pueden hacer desde
afuera. Se necesita mucha sinceridad, mucha convicción, para escribir mal.
Además, ahí me demostré lo poco que me conocía a mí mismo y a mis
posibilidades, porque lo mío es exactamente lo contrario: es el tratamiento de
alta cultura de un material de la cultura popular". (Entrevista publicada
en: http://elquirofanofractal.wordpress.com/2009/05/10/entrevista-a-cesar-aira/,
última revisión 5 de julio de 2014)
[10] No puedo
dejar de mencionar un texto determinante para el siglo XX como es la Carta de lord Chandos (1902), de Hugo
von Hofmannsthal. Texto de la renuncia y del silencio poético en el umbral del
siglo, en el cual, Hoffmansthal declara la imposibilidad de hacer poesía, y
presta atención al mundo de los ratones y los seres más humildes de la tierra.
Las enormes óperas tardo-románticas de Strauss lo tienen como letrista y refugiado
(otro refugiado de las óperas de Strauss será S. Zweig, perseguido por el
nazismo, suicidado en Brasil).
[11] La obra de Kafka es un
extraordinario espacio de intersección entre la música y la escritura. Si hay
un silencio de las sirenas, ¿acaso no resuena el mito de Orfeo en La metamorfosis, cuando Gregor Samsa se
acerca encantado a su hermana, mientras ella toca el violín?: “Y, sin embargo,
la hermana tocaba tan bien. Con la cara inclinada hacia un lado, atenta y
tristemente, sus ojos seguían las notas del pentagrama. Gregor se arrastró un
poco, manteniendo la cabeza pegada al suelo, queriendo mirarla a los ojos. ¿Es que era ya una bestia a la que le
emocionaba la música? Era como si le mostrara el camino hacia el alimento
desconocido que anhelaba. Estaba decidido a acercarse hasta su hermana, para
tirarle de la falda y hacerle, así, entender que podía entrar con su violín a
la habitación, que nadie podía valorar su música como él” (Kafka. F. La metamorfosis, trad. P. F. Galeano,
Madrid, Akal, 2009).
[12] Al verla a Eurídice, la
mirada de Orfeo “recibió el poder mortal que canta en las Sirenas”
(Foucault, M. “El pensamiento del afuera” en Entre filosofía y literatura, trad. M. Morey, Barcelona, Paidós, 1999,
p. 313). Orfeo es la música que se dirige hacia una imagen.
[13] “En el
momento en que las ciencias del hombre comienzan a delinear los contornos de
sus facies, los enfantas sauvages, que
aparecen cada vez más frecuentemente en los límites de los pueblos de Europa,
son los testigos de su frágil identidad y de su falta de rostro propio.”
(Agamben, G. “Sin rango” en Lo abierto,
trad. F. Costa y E. Castro, Buenos
Aires, Adriana Hidalgo, 2007, p. 65)
[14] Link, D.
“Niños” en Fantasmas: Imaginación y
sociedad, Buenos Aires, Eterna Cadencia, 2009, p. 184
[15] Agamben, G. La muchacha indecible, trad. E. Kavi,
México, Sexto Piso, 2014, p. 15
[16] Deleuze,
G. “El plano de consistencia sonoro” en Derrames
entre el capitalismo y la esquizofrenia, trad. Equipo Editorial Cactus,
Buenos Aires, Editorial Cactus, 2010
[17] Deleuze, G. “El plano de
consistencia sonoro”… p. 327
[18] Barthes,
R. “La canción romántica”, en Lo obvio y
lo obtuso… p. 280 (el subrayado es mío)
[19]
“Sobre una novela de aventuras. Palabras pronunciadas en ‘La Capilla’,
el 3 de julio de1984, para presentar el libro de César Aira, Canto Castrato (Javier Vagara editor)”,
en Revista de la Universidad de México,
Vol. XL, Nueva época, N° 42, Octubre, 1984 (disponible en: http://www.revistadelauniversidad.unam.mx/historico/10477.pdf)
[20]
Para una historia, una analítica y una genealogía de las
sirenas: “Umbral” en Link. D. Op. cit.l.
[21] Cito el
texto de Balzac incluido en: Barthes, R. S/Z,
trad. Nicolás Rosa, Buenos Aires, Siglo XXI, 2009 (1970).
[22]
Barthes, R. S/Z… p. 115
[23] Deleuze, G. Derrames… p. 326
[24] Michael Jackson
parecía un castrato: monstruosamente niño, mutantemente mujer. En el retrato
del Micchino hay mucho del capricho millonario, orientalmente pop del cantante
negro sin color. Thriller salió a la
venta en 1982, Michael es el príncipe de los años ’80. Canto castrato podría ser el tratamiento de alta cultura de un
cantante como el ex Jackson 5.
[25] A la manera de
los cuentos de hadas, aparece un anciano Clemente XII como buen rey, quien
disfruta puerilmente de una cajita de música muda, la cual parece una versión
barroca y ornamentada del cerebro musical del relato homónimo de Aira, relato
que abunda en desvíos, monstruos ctónicos, teatros y música.
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