El triunfo del amor
La rima è l'eredità messianica che Paolo lascia in
eredità alla poesia moderna.
Giorgio
Agamben
al eje fijas, rechinante rima,
con qué trabajo llegas a la cima.
Miguel de Unamuno
How dry time screaks in its
fat axle-grease.
Robert
Lowell
Me
obsesiona la siesta, la de aquellas
jóvenes
que practican el pellejo,
la
superficie frágil, y en reflejo:
la
delincuencia, de espalda son ellas,
en malla,
ahora duermen y se celan
en el
campo, el balneario donde velan.
En el
amar, no pueden hacer casa,
ni en
la nevisca, ¿nieve? Todos trapos
del
sol, ¿qué nieve digo?, es teatro:
un perro
frío al lado de la traza,
tibio
el pelo a la témpera del rayo
solar,
el campo blanco del desmayo.
Hay
una misa-luz de pajaritos,
y no,
otra vez: los bellos aparatos
que
llevan los insectos, el maltrato
(la
mariposa, el vello, los rayitos)
a la
piel de las moscas, quemaduras
de la
música, alas, veladuras
del
chapoteo, amantes de las aguas,
en
sincronía, chicas transparentes,
las
tres de un madrigal que sirvientes
imitan
con precisa brisa y fraguas,
ellas,
blanquísimas de piel violenta
en una
no-violencia, no-sangrienta.
Pieles
blancas, son níveas en eriales
desmayadas
con ojos bien abiertos,
el
tapizado sucio en los desiertos
del
sillón con figuras celestiales
mientras
hacen jirones los vapores
donde
viven los lobos, sus raptores.
Es
rosa, rosa, rosa… un sistema
hídrico
rosa -más rosado: nada,
no había-
que sus venas donde nada
la
floresta rosada de su gema,
como
río amazonas refractario,
dejan
rosa la lluvia, el insectario.
Los
delfines y el arco-iris tocan
y
coronan la selva tropical:
Nueva
Brasilia de Rosa y Fatal,
costillas
de flaquitas son que evocan
flotantes,
los cimientos de los besos
falsos
de lengua, se lucen en huesos
que
resbalan, titilan en ardor.
Dejarán
una imagen en enormes
piletas
silenciosas, cruciformes,
la
guerra de guerrillas del amor,
las
sombras de la mente, transformadas
en
los bichos de luz de las cañadas.
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